martes, 1 de noviembre de 2011

El día de los santos difuntos...

Hoy he visitado un lugar de descanso eterno. Visperas de tradiciones de flores, de adecentar tumbas, nichos, lugares en los que nuestro más cercanos y seres queridos descansan, duermen eternamente, han cerrado los ojos de la cruel vida de hoy día, y los han abierto hacia otro lugar forastero, del que muy pronto  nosotros seremos nuevos habitantes. Flores de todos los colores, para distintas personalidades y fuentes de sentimientos, con almas propias. Normalmente suele hacer buen día, sol abrasador poco común para estas fechas, aunque en algunas ocasiones, los rechas de vientos van a mi favor. Otras veces llueve, caen gotas, las lágrimas de los que ya no pueden llorar o de los que están aquí y lo hacen hacia su interior. Sensaciones, penas, similitudes y por qué no...a veces satisfacción de ver que personas de todas las partes de mi ilustre ciudad Alicante, han ido a visitar a sus consanguíneos, para rendirles respeto y amor mutuo y perpetuo. Yo no he sido la excepción que confirma la regla, y me he aventurado a visitar a mis familiares, como todos los años. 

Después de varios recorridos por todas las calles diagonales, verticales y horizontales de todo el camposanto, mis piernas, ya débiles, no podían más. Mi abuela, a pesar de la ya avanzada edad que contiene, aunque tenía que ir lentamente, puede parecer increíble, pero le aseguro que aguantaba más que yo. Los huesos de antaño, eran los mejores hechos por el artesano... Al lado de la iglesia, en los amplios jardines de césped esmeralda, se encontraban distintos sepulcros, tumbas que se fusionaban con el ágil césped. La curiosidad pudo conmigo y me acerqué a desenredar mi duda. Sorprendentemente me pude dar cuenta de que allí, estaban los restos de las celebridades más ilustres de mi ciudad, como Gabriel Miró, gran escritor y también Francisco Figueras Pacheco,   hombre de letras español y cronista de mi ciudad Alicante, y al que mi instituto le rindió un homenaje colocando su nombre representativo. La tristeza me invadió por ver a personalidades tan importantes para nuestra ciudad en ese lugar, pero a la vez, entusiasmo por darme cuenta, de que mi gran ciudad, Alicante, ha albergado grandes mentes, corazones, que han hecho que amemos cada vez más la literatura, la vida.

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